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5 PREGUNTAS QUE DEBES HACERLE A TUS ANTOJOS

30/03/2014 - 12:00 am

A todos nos ha pasado en algún momento: no tenemos mucho hambre, pero sentimos ganas de comer algo. Puede ser un dulce, unas papitas chips o un chocolate: por lo general no se trata de algo demasiado sano y nos cuesta muchísimo decir que no.

Foto: Shutterstock
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Estas ganas de comer sin hambre es llamada «antojo», y tradicionalmente se asocia con los gustos de las mujeres embarazadas. Sin embargo, la ciencia nos prueba que el antojo es un fenómeno común, y que está asociado tanto a procesos neurológicos como a adicciones alimenticias.

Comprender lo que nos ocurre durante un antojo es el primer paso para poder resolverlo. Por eso en esta entrega te sugerimos cinco preguntas que debes hacerte cuando sientas que no puedes resistirte a la tentación:

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Observar cuándo es que te vienen las ganas de comer es fundamental para comprender la razón que hay por detrás, y descubrir si es un motivo mayoritariamente físico o psicológico.
Por ejemplo, si tienes ganas de comer caramelos todos los días sobre las tres de la tarde, probablemente tu antojo esté relacionado a tu dieta. Puede ser que te estés saltando el almuerzo en el trabajo o quieras bajar de peso y sólo estés comiendo una ensalada ligera. Entonces tu cuerpo te está pidiendo más alimento por la tarde, y tú lo interpretas como un antojo.

Por lo contrario, si tu antojo ocurre una o dos veces al mes, el motivo puede ser hormonal (relacionado al ciclo menstrual, en el caso de muchas mujeres) o emocional (te vienen antojos cada vez que tienes una presentación en el trabajo, o sólo cuando te ves con esa amiga que te critica).

Una última categoría es la que nos acecha cuando hacemos dieta y sentimos la necesidad de comer comida «prohibida». En estos casos el antojo tiene una base tanto física como emocional, pues la dieta nos altera el metabolismo (componente físico), y también nos genera ansiedad sobre nuestra imagen corporal (componente psicológico).

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Es importante prestarle mucha atención al gusto y la textura de tus antojos: no es lo mismo querer algo crocante («estoy nerviosa y necesito morder») que algo dulce («quiero alegrarme»), algo cremoso que se derrita en la boca («necesito calmarme»), o algo frío o caliente.

Cada vez que tengas un antojo intenta prestar atención a lo que tu cuerpo quiere, y trata de identificar en qué situación emocional te encontrabas 10 minutos antes de sentir la necesidad de comer. Entonces podrás observar si existe una conexión entre tu necesidad alimenticia y tu necesidad emocional del momento.

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Esta pregunta es muy importante, pues si tenías ganas de comer algo crocante (chips) pero te comiste un helado (consistencia cremosa), lo más probable es que sigas con antojo de chips luego de haberte comido lo que tenías más cerca. Esto ocurre porque no has logrado satisfacer aún tu necesidad original por lo crocante.

En pocas palabras: un antojo por un alimento no necesariamente se satisface comiendo otro, sino que probablemente tu antojo se vuelva más fuerte y termines con un atracón.

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Tal vez te sientas culpable, llena, nerviosa, con hambre, más animada o más triste… esto dependerá de muchos factores: si has comido lo que querías, si has comprendido tu estado emocional, si has comido a las apuradas, etcétera.

Recuerda que no hay una respuesta «correcta» para esta pregunta. No se trata de sentirse siempre bien después de satisfacer un antojo, sino de identificar qué es lo que te pasa cada vez que comes de esta manera.

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Si tu antojo tenía una base física fuerte (comiste poco al mediodía, o es casi la hora de la cena y recién sales del trabajo) entonces tal vez se solucione fácilmente cuando consumas alimento.
Pero si los factores que te llevan al antojo son de otra naturaleza (hormonales, emocionales), probablemente seguirás con hambre luego de haber comido, o consumirás mucha más comida de la que originalmente deseabas. En este caso es aconsejable explorar en mayor profundidad estas otras variables.

Ahora que te hemos proporcionado estas cinco preguntas como herramienta, utilízalas para identificar en qué condiciones te vienen los antojos, y cómo tiendes a reaccionar cuando te pasan. Así estarás en mejor grado de comprender y cambiar positivamente tu relación con este comportamiento alimenticio.

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